Esta tarde estuve en el encuentro #MoocaféINTef con María Jesús García, @londones, @idocente, Miguel Barrera, Fernando Cuevas y Marta Durán. Hubiera querido plantear más cuestiones, pero como predice el esprit de l'escalier, las cuestiones importantes o las respuestas atinadas, siempre se te ocurren cuando bajas las escaleras para irte. Pues a raíz del comentario sobre qué y cómo evaluar la competencia digital, habría que distinguir, a mi parecer, entre evaluación estrínseca e intrínseca. Hace falta una evaluación intrínseca de la competencia digital: ¿realmente la CD fomenta el aprendizaje? Y fomenta todos los tipos de aprendizaje? De qué manera es efectiva? Y de qué manera y cuándo es más efectiva y promueve más y mejor el aprendizaje? Es igual de efectiva para alguien que aprende mejor moviéndose? O para alguien dotado de un tipo de inteligencia espacial? Lo digo porque, intentando enseñar idiomas con las tecnologías a mis alumnos adultos, me doy de bruces con un problema atávico: ¿están mis alumnos preparados para aprender con el uso de las TICs o prefieren "ser enseñados" con los viejos métodos porque los conocen mejor y se sienten en su zona de confort? O preferirían otros canales y métodos? El gran reto de la educación a adultos es que un estudiante en su madurez ya tiene un bagaje de aprendizaje en su haber, ya ha experimentado muchas técnicas, métodos y profesores. Mis alumnos en un cuestionario que les pasé después de un año escolar en que me esforcé para plantearles retos y actividades de aprendizaje digitales, me contestaron que no estaban seguros de que habían aprendido más y mejor. ¿Dónde está entonces el nudo de la cuestión, en la competencia digital del docente o en los estilos de aprendizaje de los alumnos? No se puede presuponer que las Tics son buenas para todo y todos. Hay que adaptarlas y amoldarlas a los interlocutores, una tesela fundamental en el puzzle de la sociedad del conocimiento, de la comunicación y de la información.