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venerdì 27 maggio 2016

Periscope, el voyerismo y la sobreexposición


Mirar y ser mirado en las redes.


El caso es que reflexionando sobre el nombre de la aplicación, llego a la conclusión de que no es baladí que la visión a través de un periscopio no sea directa sino mediada por un tubo y un espejo. La posición de mis ojos y las cosas que quiero ver están a dos alturas diferentes; el tubo en este caso es la aplicación y el espejo son las decisiones de quien le da al botón (y que elige qué, cuándo y cómo retransmitir). 

Foto de Wikipedia

Las ganas de mostrarse a los demás siempre han existido (incluso en  el mundo animal, y si no que se lo digan a los pavos reales) pero en esta sociedad tecnológica en la que vivimos (o navegamos, tanto da) esta actitud se está exacerbando cada vez más. Me quedé desconcertada al enterarme de que existía una aplicación, de cuyo nombre no quiero acordarme, que representaba la esencia del personalismo, simplemente comunicaba a los demás que nosotros exisitíamos (conectivamente hablando). ¿Y qué decir de los pokes de Facebook? Hay alguien que los usa? Y si los usan, para qué? En italiano hay una expresión muy colorida y un poco vulgar que es "cagami", que significa algo como préstame tu atención, dígnate de hablar conmigo, escucha lo que te quiero decir (dicho a alguien que normalmente pasa de tí). Pues los pokes quizás hayan nacido para eso, para decir, aquí estoy yo, quiero ponerme en contacto contigo, quiero oírte y que me oigas.

El yo y sus vínculos, intra e interpersonales, juegan un papel relevante en las dinámicas que  se establecen en la mayoría de los grupos sociales, y, por lo tanto, son los protagonistas de la sociedad enredada. Además de exhibirse, en un afán de autoafirmación, pero también en pro de establecer vínculos o reafirmarlos, en las redes encontramos también la actitud contraria, la de mirar por el gusto de mirar, sin ser visto, a poder ser (pero los cookies y el rastreo de datos nos lo ponen difícil).

Esta actitud, que en su vertiente más insana roza el voyerismo, a menudo impregna las acciones e interacciones en las redes sociales. Siempre que haya alguien que se quiera mostrar, hay también alguien que quiera ver desde el anonimato de su pantalla y disfrutarlo. Desde siempre los mirones han sido etiquetados de cotillas, cuando no de desequilibrados - según lo que les gustara mirar - pero en realidad la de observar con curiosidad es una pulsión innata del ser humano. Antes el cine y luego la televisión (y sobre todo los actuales programas de reality show como Gran Hermano) han sido el caldo de cultivo de la pulsión voyerística (¿por qué si no en Viridiana el punto de vista subjetivo pasaba por el ojo de la cerradura ?) del espectador medio. 
Foto de Wikimedia

Ahora ha cambiado el canal pero el mensaje y los interlocutores siguen siendo los mismos: en las redes hay quien se ostenta y quien mira embelesado. Pues bien, mientras que en Youtube y en las demás plataformas que alojan vídeos, el autor del contenido audiovisual se puede (si quiere) permitir el lujo de editar el vídeo y mostrar solo lo que quiere y se puede enseñar, en la nueva plataforma adquirida por Twitter en 2015, Periscope, el live streaming no es editable, y el espectador (que en los casos más explícitos se convierte en voyeur) se tiene que tragar sin fisuras a amas de casa que limpian sus salones mientras explican qué productos usan, video selfis aburridos, acciones de las más triviales como sacar de la bolsa de la compra una nueva crema antiarrugas o comer patatas fritas en un burguer de barrio.